Playa Mendieta queda en la Reserva Natural de Paracas, en medio del desierto :) Partimos de Lima a la medianoche (después de un retrado de hora y media en la salida) del viernes 11.
Playa Mendieta es una playa como son las playas en realidad: con rocas, algas (muchísimas!), cangrejos (incluso llegamos a ver un alacrán), un lobo marino que fé allí a morir, gaviotas y patillos. Las algas son la cosa más rara e interesante del mundo: parecen hechas de plástico, sus sacos de aire (que usan para flotar) son duros y todas ellas son muy resbalosas, auqnue los tallos son muy resistentes. Nadie estaba seguro de si son plantas o no.
De Lima a Pisco se necesitan casi cuatro horas en bus, y de Pisco a la Reserva se necesita poco más de una hora para llegar hasta Mendieta. La couster nos dejó a unos veinte minutos de caminata hasta la playa. No podia avanzar mas, debido a la humedad de la arena (se sentía extraña, como si fuera arcilla y no arena).
El problema es que la gente parecía no ponerse de acuerdo sobre el lugar exacto para poner el campamento, llegamos a la playa antes de las cinco de la madrugada, y cuando armamos el campamento ya era de día. Esa mañana dormimos un promedio de dos a cuatro horas, ya que a partir de las nueve hizo demasiado calor para permanecer dentro de las carpas.
La cosa se puso buena hacia el mediodía: se desató un fuerte viento produciendo una verdadera tormenta de arena.
Las opciones eran: permanecer fuera con la arena metiéndose hasta en los dientes, dentro de las carpas y morir de calor, o en las heladas aguas del mar. Demás está decir que se optó por lo último:
Esto fué después de que viniera una ola a interrumpir la sesión de fotos. Entre salvar la cámara y salvarme a mí... bueno, creo que es fácil adivinar a quién prefirió salvar mi dueña. (prometí no llorar!!)
Ese día un grupo decidió ir a Playa La Laguna, a no sé cuanto de caminata de playa Mendieta, sólo tres se quedaron en el campamento: José, Orlando y mi dueña. Justamente en ese momento se pusieron a investigar las algas e incluso tratar de deducir si poseen algún valor calórico, en el hipotético caso de que alguien quede varado en esa playa y necesite comer... y lo más fácil para esa desafortunada persona sería esperar a que la marea trajera las algas y recogerlas. Aunque dada su consistencia de plático, creo que es mejor esperar a la madrugada e intentar cazar los grandes cangrejos rojos que a esas horas se ven corriendo (los pequeños blancos son más numerosos). Nadie discutió sobre cómo conseguir agua potable, quizás porque teníamos mucha y en ese desierto es imposible obtenerla.
Las fotos están akí, y akí estoy en manos de Paul, quien también estuvo en el viaje a Coriteni y a Chacaya :D
En realidad, creo que si no hubiera sido por la tormenta de arena, mi dueña no lo habría pasado tan bien. Se podían ver las dunas formándose junto al campamento, y de noche, en el interior de las carpas donde cenamos (¿qué tal sabe la comida aderezada con arena? je je) parecía que estuviéramos en medio del Sahara. Sé que encendieron una fogata a eso de las tres de la madrugada del domingo, pero algunos teníamos demasiado sueño para estar allí.
Al día siguiente no hubo tiempo de volver a bañarse en el mar, la couster vino por nosotros a las diez de la mañana. Antes de ir a Pisco a almorzar, pasamos por La Catedral.
En Pisco hay un mercado para comprar recuerdos, pero mi dueña quería tejas, las que son vendidas por señoras que se parean con sus canastas, hay que tener un poco de suerte para encontrarse con ellas.
Personalmente llegué a amar esta playa. Más de una vez vimos 4x4s correr a lo lejos y no todos los dís un carrito de juguete puede sentirse como una 4x4 de verdad (aunque en realidad SOY una 4x4 a escala!)