El Inconveniente de Haber Nacido

 

                                                 

-Aspirar, lo más profundo dentro de uno mismo, estar tan desposeído, ser tan lamentable como Dios.

-Lo que sé a los sesenta años, ya lo sabía a los veinte. Cuarenta años de un largo, superfluo trabajo de comprobación.

-Me gustaría ser libre, inimaginablemente libre. Libre como un ser abortado.

-A medida que los años pasan, decrece el número de seres con quienes puede uno entenderse. Cuando no haya ya nadie a quien dirigirse, seremos al fin tal y como se era antes de sucumbir en un nombre.

-Algunos tienen desgracias; otros, obsesiones. ¿Quiénes son más dignos de lástima?

-Cuando me paseaba, tarde, por el camino bordeado de árboles, una castaña cayó a mis pies. El ruido que hizo al estallar, el eco que suscitó en mí, y un temblor desproporcionado con respecto a ese ínfimo incidente, me sumergieron en el milagro, en la embriaguez de lo definitivo, como si no hubiera ya más preguntas, sino respuestas. Me sentía ebrio de mil evidencias inesperadas con las que no sabía qué hacer... Así fue como estuve a punto de alcanzar mi momento supremo. Pero creí preferible continuar el paso.

-Hay noches que ni el más ingenuo torturador podría haber inventado. Sale uno deshecho, estupidizado, perdido. Sin recuerdos ni presentimientos, y sin saber siquiera quién se es. Y entonces es cuando el día parece inútil, y la luz perniciosa y más opresora aún que las tinieblas.

-Más de una vez se me ha ocurrido salir de casa porque, de haberme quedado, no estaría seguro de poder resistir a alguna resolución súbita. La calle es más tranquilizadora porque se piensa menos en uno mismo, y porque en ella todo se debilita y se deteriora, empezando por las angustias.

-¿Qué hace usted todo el día?
-Me soporto.

-Alguien, no sé quién, dijo que no debería uno privarse del "placer de la piedad".

-El día que leí la lista de casi todas las palabras de que dispone el sánscrito para designar al absoluto, comprendí que me había equivocado de camino, de país, de idioma.

-"Aquel que tiene inclinaciones hacia la lujuria es compasivo y misericordioso; los que tienen inclinación hacia la pureza no lo son" 
(San Juan Clímaco)

-La ventaja no desdeñable de haber odiado mucho a los hombres es la de llegar finalmente a soportarlos por agotamiento de ese mismo odio.

-A veces uno quisiera caníbal, no tanto por el placer de devorar a fulano o mengano como por el de vomitarlo.

-Nunca entenderé cómo se puede vivir sabiendo que no se es, por lo menos, eterno.
Cuando, furiosos por habernos habituado a nosotros mismos, empezamos a destetarnos, pronto nos damos cuenta que es peor, que odiarse refuerza aún más los lazos con uno mismo.

-Se debería establecer el grado de verdad de una religión a partir de la importancia que ésta le otorga al Demonio; mientras más le dé un sitio prominente, más atestigua que se preocupa por lo real, rechaza las supercherías y la mentira, afirma su saciedad y le importa más comprobar que divagar, que consolar.


Frases tomadas de: "El inconveniente de haber nacido", E. M. Cioran, Taurus 
Ediciones, 1991