En la negrura espesa de la noche
flechazos de luz hieren el vacío
de la nada que rodea el firmamento
y las llamas ardientes de estrellas que se queman
en el calor de su propio centro
en el Universo frío
en el espacio hirviente del silencio
en la profundidad de tus ojos y los míos.
y el silencio me susurró al oído
frases entrecortadas de suaves suspiros
me contó de historias de tiempos antiguos
cuando el Universo era joven
y cuando los sueños
llenaban el vacío
VIVIRÉ
Viviré en el recuerdo y en la memoria
perpetua
del reloj que sonando
marca
el ritmo de las horas eternas
que
tejen el manto del Espacio
Viviré
al borde mismo de la existencia
en
una realidad perdida entre las hebras
de
ese Manto que se va desatando
prisionero
de la gran tijera
que
poco a poco
lo
está desmoronando
Viviré
y moriré entre las estrellas
cuyos
corazones se están quemando
en
el fuego encerrado en su geometría de esfera
disminuyendo
el calor
que
les permite continuar brillando
El
Tiempo resuena en el Espacio
que
crece abarcando la Totalidad
de
la existencia de un vacío perpetuo
en
la luz que se pierde en la distancia
de
un Universo perdido
en
la ceguera más absoluta
de
su inherente oscuridad
La
luz del universo errante y perpetua
cruzando
el oscuro y profundo vacío
desde
una estrella lejana
desde
una desconocida tierra
llega
brillando como sol de mediodía
como
el tañer de una campana
como
el soplo de fina arena
Es
la melodía
de
un violín el la noche eterna
ecos
en el aire
llanto
de luz brillante
de
una flauta y una quena
Destellos
carentes de palabras
hebras
de imágenes sin voz
hilos
de resplandeciente plata
que
recorren el espacio celeste
brillo
de los ojos de Dios
Música
de sonoras notas
que
estimulan los nervios de la visión
Música
de astros solitarios
separados
por enorme distancia
bailando
al
ritmo de su propia canción
Veré
brillar mis ojos
en
la inmensidad de la noche
cerraré
el vacío con mis palabras
y
el oscuro manto que las cubre
mientras
corre el frío aire
y
se lleva el sutil rumor
que
armaron las cuerdas de mi voz
se
las roba el viento, lentamente
en
el vacío de la bóveda celeste
se
lleva de mi boca el sonido
esperando
que llegue hasta donde está Dios